Este curso se cumplen diez años desde que empecé a escribir este blog. Es un buen momento de parar, mirar atrás y hacer balance del camino recorrido.
Este blog surgió hace más de diez años como respuesta a la necesidad de algunas personas de Málaga dedicadas a la coeducación por entonces de tener un espacio para compartir ideas, información y recursos. En su comienzo fue un espacio compartido, pero ha terminado reflejando mi recorrido coeducativo personal, que ahora me dispongo a contar.
En el reciente I Congreso de Coeducación, las maestras Amparo Tomé y Marina Subirats compartieron su recorrido por la coeducación durante los últimos cuarenta años. Su relato me ha inspirado a pensar en mi camino en el feminismo y la coeducación. Es una manera de hacer balance y una oportunidad de agradecer a las muchas mujeres (y algunos hombres) que me he encontrado y de quienes tanto he aprendido.
Mi camino en el mundo de la coeducación comenzó en 2005, al poco tiempo de empezar a trabajar como docente, cuando me apunté a un curso que había organizado el CEP de Málaga al cuidado de Lola Valle: «Cambios sociales y de género». Este curso pretendía responder a la demanda de información sobre los contenidos de la nueva asignatura Cambios sociales y nuevas relaciones de género que se había creado un poco antes, en el 2003, en Andalucía. Era el comienzo del I Plan de Igualdad entre hombres y mujeres en educación, que se aprobó en Andalucía ese año.
Enseguida me atrajo la idea. Llevaba implicada en el movimiento feminista desde la adolescencia, en la ya extinta «Asamblea de mujeres» de Málaga y como miembro de la Red de Mujeres de negro contra la guerra. Cómo llevar el feminismo al aula era, sin dudarlo, una prioridad para mí.
A raíz de este curso pude profundizar en todo lo que el feminismo había aportado al mundo de la educación, es decir, en la coeducación, y tuve la oportunidad de conocer a un maravilloso grupo de profesoras y profesores con quienes formé un grupo de Trabajo intercentro llamado “Red de coeducación de secundaria”. Tengo mucho que agradecer a las compañeras y compañeros con quienes compartí estos años: Elena Serrano, María José Rubio, Lola Valle, Elena Picón, Auxi Jiménez, Ana Huertas, Rocío Castellano, Inmaculada Naranjo, Rafael Muñoz, Miguel Ángel Moya, Carmen Velasco… Y a Pilar Iglesias, gran maestra a quien tuve la oportunidad de conocer de mano de Elena Picón y que fue y es una fuente de inspiración.
Fue una gran experiencia que duró cinco años y que me permitió compartir y crear actividades y reflexionar sobre maneras de llevar la coeducación al aula. Además, hicimos cosas que en ese momento nos parecían tan grandes como el I Encuentro coeducativo de centros de secundaria de Málaga, que tuvo lugar en el Centro Cívico de Málaga (que hoy es La Térmica) el 30 de enero de 2008. En este encuentro, unos 250 chicos y chicas de secundaria de unos diez centros de Málaga capital y provincia tuvieron la oportunidad de compartir ideas y experiencias sobre coeducación.
En este grupo empezamos aprendiendo y debatiendo sobre el trabajo de las grandes promotoras de la coeducación en España, como Amparo Tomé, Marina Subirats o Mª José Urruzola, cuya Introducción a la filosofía educadora, es para mí «la biblia de la coeducación». Sin embargo, los materiales para trabajar en clase no eran de tan fácil acceso. Sí que había algunos interesantísimos blogs, como La Naranja del Azahar o un blog de coeducación de la Consejería de educación de Asturias «Coeducación, Espacio para Educar en Igualdad», ya extinto, del que aprendí mucho (desde aquí mi agradecimiento, a quien quiera que fuera quien publicaba). Pero todavía el feminismo no estaba de moda, no había una sección «mujeres» en los principales medios de comunicación, no existían todavía buenos portales especializados en coeducación. En general, teníamos la sensación de que había que emplear mucho tiempo en encontrar buenos recursos. Entonces fue cuando empezó el blog «Coeducando en secundaria».
Había entonces mucho interés por parte de los Centros de profesorado de Andalucía por la coeducación. Incluso con el CEP de Málaga y otros CEPs de la provincia creamos una «Comunidad virtual de coeducación», como el Claustro de Facebook, pero en pequeñito :).
Ese interés de las instituciones por ofrecer formación en coeducación, al menos en Andalucía, continuó durante varios años, pero ha ido decayendo y ya son casi inexistentes las propuestas interesantes de formación en coeducación desde el CEP (al menos el de Málaga). Menos mal que se ha compensado con esa gran fuerza del movimiento de profesorado coeducador, que con la guía de Marian Moreno y otras ha creado «Clavico» y que ha llevado a cosas tan grandes como el I Congreso de Coeducación.
Cuando acabó disolviéndose el grupo de trabajo “Red de coeducación de secundaria”, busqué otros espacios de relación para compartir experiencias. Me uní entonces a la red Sofías, relaciones de mujeres en educación.
Las conocía a través de la profesora de la Universidad de Málaga Nieves Blanco, una de mis grandes maestras, a quien además tengo que agradecer haber dirigido mi trabajo de investigación de final del doctorado «Estudios de las mujeres y de género». Esta investigación fue la base del trabajo por el que recibí una Mención especial en la IV Edición de los Premio Rosa Regás a materiales coeducativos. Se trata de una investigación sobre la elaboración y puesta en práctica de unidad didáctica “Mujeres y cultura de paz” para la clase de inglés en secundaria. Os invito a leerla si os interesa el tema.
Entretanto, continué con el blog para compartir mis reflexiones sobre (co)educación y como altavoz para las actividades que hacíamos en mi centro educativo de entonces el IES Licinio de la Fuente (hoy el IES Ciudad de Coín), y ahora en mi centro actual, el IES Pablo Picasso, donde he sido coordinadora del Plan de Igualdad durante varios años y donde he tenido y tengo la suerte disfrutar de una red de profesoras coeducadoras a las que estoy enormemente agradecida.
Es curioso, escribiendo esto, el corrector me ha cambiado «coeducación» por «conducción» y me sonrío al pensar que en cierto modo tiene razón. Conducimos a nuestro alumnado, a compañeros y compañeras por un camino diferente, el camino del cambio vital que no tiene marcha atrás: la conciencia de ser hombre o mujer y el significado que tiene en nuestra sociedad.
Decía Carmen Ruiz Repullo en el I Congreso de coeducación que «el feminismo le cambió la vida». Yo no diría que a mí me la ha cambiado. Prefiero pensar que me ha ido «conduciendo» por la vida que llevo, una vida de conciencia de ser mujer, de qué significa en la sociedad y de qué significa para mí.
Cuántas cosas he aprendido en este conducir y a cuántas mujeres (y a algunos hombres) tengo que agradecer. A mi profesor del instituto Rodríguez Moñino de Badajoz, Ricardo Sosa, que me invitó a participar en lo que el llamaba «Escuela de paz», que organizaba en su tiempo libre y donde aprendí a ponerme «las gafas violeta». Qué gran suerte la mía, poder tener un profesor que inspira y enseña a mirar de otra manera. A mis compañeras de la Asamblea de Mujeres de Málaga (María, Mariceli, Águeda, Rosa, Cristina…) donde descubrí el significado de feminismo. A María, en concreto, por descubrirme a Alessandra Bocchetti y Lo que quiere una mujer. A las Mujeres de Negro, por enseñarme el activismo pacifista. A Nieves Blanco, por darme la confianza para hablar desde mí en mis clases, para buscar el centro en la relación con mis alumnas y mis alumnos. A Marian Moreno, quien me inspiró para hacer actividades en el aula que implicaran también a las familias en la coeducación. A Patricia T. Cañada, mi compañera de viaje en el ciclo de doctorado, Estudios de las mujeres y de género, que tanto nos hizo pensar. A Elena Serrano, por acompañarme en tantos seminarios, jornadas y activismos varios. A María Macías y Ana Belén Cañamero, por estar siempre abiertas al debate y hacerme pensar. A mis compañeras coeducadoras del IES Pablo Picasso, que dan sentido al trabajo diario. A mis alumnos y alumnas, que me mueven y motivan.
Y ahora a mi hijo, que me empuja a seguir trabajando por una educación libre de estereotipos de género y me obliga a replantearme continuamente mis presupuestos: cuánto hay de biología y cuánto de cultura a la hora de modelar a varones y mujeres, la importancia de los referentes femeninos, también para los varones, o la reformulación del concepto de masculinidad.
Seguro que se me queda gente atrás. Gracias por acompañarme hasta aquí.